Benaim: cocina judía y al paso en Palermo

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Los jóvenes socios pertenecen a la tercera generación de un linaje gastronómico que nació en el norte de Marruecos, con una fábrica de dulces. Décadas atrás la familia se instaló en la Argentina y se expandió en diversos emprendimientos que giran en torno a la comida. ASTERISCO visitó este restaurante que ofrece la nueva cocina de medio oriente a precios económicos.

Rocío Bordignón 4 LPM

 

A principios del 2016, Nicolás Woloweski y Juan Martin Migueres inauguraron Benaim, un proyecto culinario inspirado en su abuela: Alegría Benaim. Los primos lograron darle valor a la herencia familiar y las raíces de sus antecesores, pero decidieron construir su propio camino impulsando este local que fusiona la comida judía y la comida marroquí.

La alegre fachada de Gorriti 4015, apenas ofrece pistas de que dentro del polo gastronómico del barrio de Palermo, se encuentra uno de los tesoros culinarios en auge. Un patio angosto al aire libre, mesas alargadas comunitarias, paredes intervenidas por el artista Cabaio Spirito, guirnalda de luces, flores y macetas colgadas en el techo. Todo intenta remitir un espíritu callejero, fresco y juvenil, cruzado con una herencia que logra permanecer en el tiempo. Ambos personajes se involucraron mucho en el proyecto, un trabajo conjunto en la elección del lugar y la ambientación.

Parece que décadas atrás ya había comenzado la herencia culinaria que luego remitió a la familia en varios emprendimientos gastronómicos. Las abuelas de Nicolás y Juan Martín nacieron en el norte de Marruecos, en la ciudad de Teután. Allí tenían su propio restaurant de comida marroquí y su familia fue fundadora de “Duci”, una fábrica de dulces muy conocida en Oriente. Woloweski junto a su madre comenzaron un emprendimiento llamado Celigourmet, donde venden productos aptos para celíacos, hoy ya cuentan con 6 locales. Además abrieron el primer restaurant con alimentos libren de gluten, conocido como La Pastroneria.

Los primos llevan esta cultura familiar en la sangre. “Me sale naturalmente, cada vez que armamos un negocio en lo primero que pienso es en la fuerza que me antecede: mi abuela, las fiestas familiares, mi mamá”, explica Nicolás. Con experiencias previas en el rubro, decidieron hacer a un lado el servicio de mesa y lo estructurado y presentaron los clásicos de la comida judía-marroquí al estilo callejero como: kebab, pastrón, kipe, falafel, una tabla con hummus, pasta de berenjenas, frutos secos y aceitunas marinadas.

 

Cualquier opción se puede acompañar con cerveza tirada artesanal, gaseosa o algún trago. La cocina está a la vista donde se realiza el pedido, se concede un número y se espera a que salga en una pantalla. Su carta es acotada pero los socios han logrado fusionar el estilo de comida que los representa.

En un ambiente cálido y descontracturado, los primos instalaron un camión de tragos con alcohol y cuatro tipos de cervezas artesanales tiradas. No se hacen reservas y las personas comen donde lo deseen. Este “no” servicio se encuentra en pleno auge en el país gracias a las diferentes ferias gastronómicas, y puestos callejeros.

Mantener es uno de los verbos que más describe a Benaim. Los jóvenes lograron crear un estilo propio sin dejar su genética familiar arraigada a Medio Oriente. Las instalaciones del lugar remiten a las raíces de sus abuelos: camellos en las paredes como elemento clave para reproducir las tierras arábicas, que hacen alusión al desierto de Medio Oriente. Muros que poseen fotografías de stencil de su abuela en Marruecos, junto a sus hermanos y parientes. “Los israelíes suelen ser muy informales, se tiene asociada a la comida oriental a restaurantes y no es así. Allá comen parados, sentados, en la calle o en restaurantes, es un tipo comida servida en diferentes lugares”, cuenta Natalia En, pareja de Nicolás.

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Su carta es limitada y definida para aquel paladar que goce de la comida oriental, los platos están basados en las recetas originarias de sus antecesores, que fueron explicadas detalladamente a los chefs del lugar. “Se pensó a Benaim como un todo, lo cuidado -en la elaboración y limpieza- y lo descontracturado –autoservicio, sin reserva, libertad-, además de los precios, es un buen combo”, concluye Nicolás.

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